miércoles, 19 de mayo de 2010

Fancisco Alamán Castro: "El otro Azaña"

COLECTIVO 33 | Don Francisco Alamán Castro, militar retirado y apasionado de la Historia de España, impartió ayer en la Casa de Cultura de Castellón, y en el marco del ciclo del conferencias “TERCEROS MARTES HISPÁNICOS” organizada por el COLECTIVO33, una conferencia que no dejó indiferentes a cuantos la escucharon.


El tema, atractivo por demás, se centraba en la figura de un personaje que ha dejado su mácula en la historia de España: Manuel Azaña.

Explicó el conferenciante que tal personaje pasa por ser la máxima referencia intelectual de la república que llevó a España a un sangriento enfrentamiento, y aportó una concatenación de citas que dejan al descubierto la catadura moral del personaje en cuestión.

A lo que parece, ciertamente tenía gran capacidad dialéctica que utilizaba en beneficio propio y en perjuicio de quién pudiera contrariar sus proposiciones, y llegó el conferenciante a afirmar que la mejor forma de combatir sus argumentos no es otra que conocer sus escritos. Motivo por el cual anima firmemente a la lectura de los mismos.

Señaló también que la intelectualidad, los padres de la republica, la abandonaron y la combatieron, llegando incluso a enviar a sus hijos a luchar con las armas contra Azaña, a quién Unamuno tituló “el faraón del Pardo”. Unamuno, Marañón, Ortega, la intelectualidad española, que era general y justamente reconocida como los padres de la República, mandaban a sus hijos a luchar contra ella... Y los que no lo hicieron, como D. Claudio Sánchez Albornoz, marginados, y lamentando que si no tomaban las armas contra la misma era por pura vergüenza torera. Vergüenza que no es fácil de entender, aunque la condición humana e intelectual del mismo, a una mente libre y amueblada no le cueste admitirlo como propio, al lado de los otros grandes pensadores... y, por supuesto, enfrentado al nefasto personajillo llamado Manuel Azaña.

Una interesante lección de historia, necesaria para el buen entendimiento de las cosas.

A quién no asistió a la conferencia, un consejo: lean a Manuel Azaña.

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