miércoles, 27 de marzo de 2013

Crónica de la presentación de “Los enamorados de la Revolución” en el Ateneo de Madrid

Ceferino Luis Maestú Barrio 




El pasado viernes 22 de marzo tuvo lugar en el Ateneo de Madrid la presentación del libro “Los enamorados de la Revolución”, obra de nuestro columnista y veterano militante falangista Ceferino L. Maestú.
  
El periodista y antiguo líder falangista Gustavo Morales fue el encargado de iniciar el evento. Gustavo Morales habló de la figura de Georges Sorel, el ideólogo del sindicalismo revolucionario que influyó en el anarcosindicalismo y en el nacionalsindicalismo, dos corrientes ideológicas que coincidieron en ensalzar como comunes los valores sindicalistas y los valores guerreros y en la movilización y participación de los trabajadores en la sociedad a través de los sindicatos (en el nacionalsindicalismo, sin embargo, el mito nacional sustituiría al mito proletario).

Una vez explicadas algunas diferencias entre anarcosindicalismo y nacionalsindicalismo, Gustavo Morales resaltó la influencia del pensamiento de Sorel en José Antonio Primo de Rivera, para quien la revolución sería obra de una minoría inasequible al desaliento cuyo objetivo sería una mayor participación de los trabajadores a través del sindicalismo; por ello, José Antonio trató de ganarse el apoyo (al igual que otras corrientes ideológicas, como los troskistas) de una Confederación Nacional del Trabajo que contaba con dos millones de afiliados durante los años de la Segunda República. No obstante, una reunión entre José Antonio y el veterano y conocido líder anarquista Ángel Pestaña finalizó sin ningún resultado positivo por serias razones ideológicas. Pero, a pesar del fracaso de las negociaciones entre anarcosindicalistas y nacionalsindicalistas, no ha podido negarse la radicalización económica de José Antonio en cuestiones económicas a lo largo de su carrera política.

Tras la exposición de Gustavo Morales llegó el turno de Francisco Blanco, antiguo militante del Frente de Estudiantes Sindicalistas y profesor de instituto, quien comenzó recordando una anécdota de la hija del líder comunista Marcelino Camacho en la que contaba cómo éste y Ceferino Maestú fueron detenidos cuando se dirigían a entregar una carta al Ministro de Trabajo en el año 1966. Aquellos años fueron, entre otros, los de las tertulias de La Ballena Alegre, impulsadas por Ceferino Maestú; los de la revista Sindicalismo, que contó con artículos de importantes personalidades; y los de la lucha entre el sindicalismo oficial de la Organización Sindical y el sindicalismo de lucha de Comisiones Obreras. Francisco Blanco también hizo mención a algunas incompatibilidades ideológicas entre anarcosindicalistas y nacionalsindicalistas, citando a Mijail Bakunin (“Si Dios existiera habría que hacerle desaparecer”); recordando igualmente la existencia dentro de la CNT de dos tendencias, la faista y la treintista.

Además, expuso una serie de tergiversaciones que actualmente se imparten en los contenidos “educativos” de Historia en 2º de Bachillerato, que muestran de la Falange una imagen no muy diferente a la mostrada por los marxistas durante los años de la Segunda República.
 
Cuando le llegó el turno de intervenir, Ceferino Maestú pidió al público que expusiera sus opiniones; de esa manera, uno varias intervenciones que se podrían destacar: un asistente expuso que la lucha pasa necesariamente por la violencia, otro señaló que en España hay un déficit informativo, cultural y de país, hubo quien agradeció a Ceferino su buen trato hacia los anarquistas de la CNT, José Cabanas habló a favor del nacionalsindicalismo como única doctrina capaz de defender y valorar al ser humano y Jorge Garrido señaló lo expuesto en su intervención por Gustavo Morales acerca de que las circunstancias históricas impidieron que el motor de una hipotética revolución nacionalsindicalista lo fuera un sindicato.

Tras las intervenciones, Ceferino Maestú dijo varias cosas: aseguró que la parafernalia falangista no tiene futuro, siendo José Antonio y su doctrina lo único positivo; recordó que numerosas personalidades de la izquierda se pasaron a la Falange por su carácter revolucionario; denunció la necesidad de reformar el sistema financiero, calificando de absurda la idea de pretender resolver los problemas de las empresas despidiendo a los trabajadores y poniendo como ejemplo a la Cooperativa Mondragón; expuso que el proyecto político de José Antonio es difícil, pero no imposible; y finalizó diciendo que los españoles hemos sido educados por el capitalismo para ser esclavos porque la gente no quiere responsabilidades, sólo ganar dinero.




 
 

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