martes, 30 de septiembre de 2014

El corazón de los hombres

Gregorio Marañón
Yo no admito, no he admitido ni admitiré jamás, que los hombres podamos alejarnos los unos de los otros, más que por motivos profundos y permanentes. Y aún esa profundidad y esa permanencia hay que aquilatarla tanto que casi nunca, si se es leal con la verdad, acaban por ser suficientes.

Y claro es, que los motivos de orden político, por envueltos que nos parezcan en la pasión y en el humo y la sangre de las revoluciones y de las guerras, no son nunca otra cosa que circunstancias. Circunstancias que, de la piel adentro, no pueden contar, que no deben tener acceso a la morada recóndita en la que la conciencia elabora su juicio definitivo sobre las cosas y sobre los hombres.

Es un gusto profundo y consolador, comprobar, y se comprueba siempre que se quiere, que el hombre que piensa de otro modo, es como uno mismo y como cualquier otro que tenga los ideales que le plazca. Basta que nos despojemos del disfraz con que andamos por la vida y hablemos, en silencio, de lo que pasa en nuestro corazón.

El corazón, si se le deja solo, es, siempre, casi igual a todos los demás corazones.

Gregorio Marañón (Fragmentos del prólogo al libro "Almas Ardiendo").

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