domingo, 31 de octubre de 2010

'Club de Lectura Colectivo 33' - El Quijote - 2ª sesión

El pasado día 28 de Octubre, último jueves de mes, a las 18:30 tuvo lugar en la sede de la Librería Argot de Castellón, C. San Vicente 16, la segunda sesión del CLUB DE LECTURA “COLECTIVO33”.

El objeto del club es fomentar la cultura en el ámbito de la sociedad castellonense, y tiene vocación de permanencia dedicando sus esfuerzos a la lectura de diversos autores, iniciando el programa con DON QUIJOTE DE LA MANCHA.

Se inició el comentario de la obra en cuestión, habiendo llegado hasta el capítulo siete de la obra.

Tras la introducción breve a la vida de Cervantes, se comenzó el resumen de los capítulos tratados, destacando las virtudes del personaje, Don Quijote, de quién se destaca que el caballero andante no es un personaje del pasado, sino que resulta de plena actualidad, y se señala que “el caballero andante sin amores es árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma”.

En el repaso al segundo capítulo se producen dudas a la hora de comentar el modo de salir Don Quijote de su casa (sin que nadie lo viese… salió al campo). Por una parte se descubrió en este hecho un acto de humildad por parte del caballero, mientras por otra parte, se descubrió un acto de “miedo” a la actuación de la sobrina y del ama por parte del caballero, quién temía fuese impedida su acción.

También se suscitó discusión en relación a la percepción de la justicia y de la libertad, por parte de Don Quijote, a la hora de actuar, ya que “no era armado caballero”.

¿Qué pesa más?, ¿la justicia o la legalidad? La legalidad es tenida en cuenta por el caballero; de ahí que desease ser armado como tal; sin embargo, parece que pesa más la justicia, cuando está resuelto a que tal inconveniente sea resuelto ya que “propuso hacerse armar caballero por el primero que topase”.

Otro aspecto que queda meridianamente claro en este capítulo es la necesidad de amar que tiene el caballero.

En el capítulo tercero queda también manifiesta la voluntad del caballero por acoger los buenos consejos hasta en los peores sitios, por ejemplo, los acogidos del ventero.

Se destaca también la burla que el autor hace de Don Quijote al ser armado caballero precisamente por el ventero quién, para mayor escarnio, usa, en vez de Biblia, el libro donde asienta la paja y la cebada.

Le acontece la primera aventura con los arrieros, que provoca la rápida “ordenación” como caballero.

En el capítulo cuarto, ya instigado por los buenos consejos del ventero, sale decidido a proveerse de lo necesario para sus aventuras (dinero, alimento, medicinas), y de escudero.

Le acontece la segunda aventura, de gran importancia: el zagal azotado por el amo.

Destaca el espíritu de justicia: “quédese los zapatos y las sangrías por los golpes dados”, y su elevado concepto del honor; importa poco no ser nombrado caballero (refuerza lo señalado en el capítulo segundo)… ya “que cada uno es hijo de sus obras”.

Idea que, para desgracia del caballero y del zagal es radicalmente cierta, ya que el labrador continúa con la paliza al zagal en cuanto D. Quijote desaparece de su vista.

Le acontece la tercera y desgraciada aventura, cuando exige el reconocimiento de la belleza de Dulcinea, y al burlarse los destinatarios, acomete, cae Rocinante y Don Quijote con él, y un mozo la emprende a palos con el caído. Aún así, Don Quijote se tiene por dichoso.

En el capítulo quinto es recogido por un buen samaritano, un labrador de su pueblo que lo reconoce y lo transporta a su casa. En este lance Don Quijote lanza una profunda sentencia: YO SÉ QUIÉN SOY. Frase que encierra un profundo sentido personalista.

Finalmente, ya en su casa, la sobrina anima quemar, al cura y al barbero, los libros de Don Quijote.

En el capítulo sexto queda manifiesta la superstición popular en el hecho de que el ama aparece con agua bendita y un hisopo para exorcizar los malos espíritus. El cura ridiculiza la actuación y encabeza la expedición pirómana.

En esta actuación se vislumbran dos posiciones antagónicas; en un primer lugar parece combatirse el vicio de leer, y por otro parece ejercerse una buena acción al aconsejar las buenas lecturas y al señalar las lecturas perniciosas.

Se deduce que no siempre es conveniente leer algo. La lectura de un texto debe ser acometida con la suficiente preparación para ello. Comparando la lectura con la alimentación: Una persona con indigestión no puede comer determinados alimentos sin que ello le acarree perjuicio.

En el comentario al capítulo se produjo una larga discusión por parte de los asistentes cuando el autor recomienda la lectura de “Tirant lo Blanc”.

La discusión se desvió un tanto de la marcha de la obra, si bien interesó a los asistentes de manera particular. Se defendió, a raíz de la cita, la preexistencia de la lengua valenciana sobre la lengua catalana, destacando que en lengua valenciana escribió, por ejemplo Ausias March y Joanot Martorell, y se criticó la política lingüística de la Generalidad Valenciana y de la Generalidad Catalana, ambas tendentes a ningunear la lengua valenciana, con un espíritu poco acorde con la verdad histórica y con la cultura.

Se habló de la importancia de la lengua española, hablada desde la cuna por quinientos millones de personas a lo largo del mundo entero, y se señaló que es un empobrecimiento cultural la pretensión de hacer prevalecer las lenguas vernáculas sobre la lengua común.

El reconocimiento de la riqueza cultural aportada por las lenguas vernáculas no debe significar el intento de arrinconar un idioma, el español, que por sí, sin esfuerzo alguno, es universal. Bien está que en los ámbitos de la lengua vernácula se cultive la lengua vernácula, pero muy mal está sustraer de la lengua común, el español, a quienes por cuestión geográfica, y cultural, les incumbe la lengua vernácula.

La lengua vernácula es, así, como la sal en los alimentos; conveniente, pero no imprescindible… y mucho menos excluyente.

Se levantó la sesión, que tendrá nueva edición el próximo 25 de noviembre, último jueves de mes, a las 18:30 en la Librería Argot de Castellón, con el comentario de los capítulos siete a catorce, ambos inclusive.

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