COLECTIVO 33 | Hoy (2.3.11) se ha producido una manifestación en Castellón. Una manifestación libre, cosa rara en nuestros días, cuando todo se halla encadenado al sistema por multitud de cadenas.
Hoy un grupito, sí, un grupito de jóvenes se han manifestado frente al ayuntamiento de Castellón para reclamar dignidad, justicia y trabajo. Un grupito que ha dado un paso de gigante ante la masa estúpida en que los políticos tienen convertida a la sociedad. Un grupito de personas libres; suficiente para hacer lo que debe hacerse. Los demás, si quieren, que se unan; que abandonen la poltrona; que abandonen el subsidio; que abandonen la cobardía… Que cada cual abandone su particular cadena y se una este grupito, porque este grupito, no quepa duda a nadie, es el motor del cambio que España necesita.
Han sido recibidos por un representante de los parásitos, en su urna de cristal; un parásito que les ha manifestado su solidaridad (cargas del cargo), aunque sólo sea para justificar los varios sueldos que recibe a costa de los contribuyentes, y ha tenido la desfachatez de prometer (está claro que puede prometer, ¡y vaya si promete!) una decena de puestos de trabajo, supuestamente ligados a la administración pública.
Queda manifiesto que el objetivo de los políticos no es otro que hacer parásitos de toda la población española… Pero, ¿a quién parasitaremos cuando la totalidad del pueblo disfrute de una prebenda pública?
Está claro que no están conformes con que sean sólo 3.100.000 los funcionarios (el 400% de los existentes en 1975). Quieren que sean los 50.000.000 de españoles. Y eso, ¿qué significa? Que su voluntad no es otra que convertirnos en animales de jaula, que son alimentados sin que por su parte deban ejercer ningún esfuerzo… pero son animales de jaula.
Sólo me queda felicitarme por la iniciativa de estos jóvenes, y facilitar su contacto para servicio público (www.jovenesdecastellon.org).
Ánimo, la senda es difícil, y la victoria… segura. Creed en lo que hacéis y triunfareis frente a los parásitos que, creedme, no lo tienen nada claro.
Autor: Cesáreo Jarabo
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