viernes, 14 de octubre de 2011

Liberalizar para esclavizar.


Tras alcanzar este año su tercera mayoría absoluta consecutiva, Esperanza Aguirre ha venido manifestándose como la heroína de una derecha poco reconocida en el conservadurismo y definitivamente entregada al liberalismo. Ha sido ella quien hace apenas unos días ponía en solfa a la enseñanza pública en nombre de la libertad y es ella de nuevo quien recurre a la libertad para ensayar en Madrid lo que sin duda será norma a nivel nacional cuando Rajoy sea entronizado: la liberalización de los horarios comerciales. Liberar para esclavizar ¿Contradicción? No para la lógica liberal. Lo explicamos.

Según la normativa en ciernes, los comercios de hasta 750 metros cuadrados, así como los concesionarios de coches y las grandes superficies dedicadas a la venta de bricolaje, muebles, juguetes y decoración, podrán abrir todos los días del año y a cualquier hora. Conviene recordar que en gran parte del resto de España el límite de días festivos con posibilidad de apertura está fijado en siete ¿Por qué? Pues básicamente gracias a la presión de los pequeños comerciantes donde en regiones del levante, Cataluña y Andalucía cuentan con una tradición milenaria a sus espaldas que avala su influencia en las castas del poder. En el Madrid región abandonada a las fauces del ejército de Aguirre quienes deciden son las grandes empresas, compitiendo deslealmente con el pequeño comerciante, que no tiene ni la capacidad de los grandes para rebajar costes y precios, ni los mismos recursos para la contratación de personal suplementario para cubrir festivos. El pequeño comerciante solo cuenta con el aval de su credibilidad y buen hacer respecto a la clientela, pero esta única ventaja se desvanece en la selva de la competencia porque aunque muchos como doña Esperanza se empeñen, además del trabajo existe una familia a la que atender ¿Alguien se acuerda de aquello de la conciliación de la vida laboral con la familiar, como sucede en la mayoría de países de nuestro entorno? Rajoy, europeísta, sé coherente.

Liberalizar los horarios comerciales empobrece la vida de los trabajadores del sector servicios. Las empresas no contratan a más gente, como nos argumentaron los impulsores de los nuevos contratos basura, sino que estiran hasta los límites los contratos en vigor de sus empleados. Y estos empleados no tienen” libertad de horarios” para llevar a los niños a la guardería, hacer la compra o limpiar la casa.

Liberalizar los horarios comerciales impone a mentalidades adocenadas como la española de hogaño el consumo como ocio perezoso a fin de acrecentar su endeudamiento y sellar los grilletes de su dependencia en relación de los bancos. Una fórmula repetida hasta la saciedad en España desde el tardofranquismo que a pesar de las lecciones de estos años, volverá a reeditarse. El español precisa de construcciones espirituales más ambiciosas para poder salir de esta crisis, que además de económica es sobre todo moral, no lo olvidemos.

Liberalizar horarios comerciales desvela coordenadas del programa del PP que tanto porfían los de Génova por ocultarnos. Ahora, la enésima inmersión en una sociedad de consumo a un crédito encarecido por los bancos y tutelada por las grandes superficies. Mañana, más empleo basura, inyección de dinero para bancos y grandes empresas, paulatina privatización de la educación y la sanidad, puesta en almoneda de las empresas públicas rentables, política internacional timorata y desde luego, no derogar ni una sola de las leyes del zapaterismo encaminadas a desfigurar la naturaleza de nuestra patria.

La libertad de horarios comerciales impulsada por Esperanza Aguirre supone, en definitiva, socavar la suficiencia del comercio tradicional y los negocios minoristas en beneficio de las grandes superficies.

Nuestra propuesta es sencilla: recuperemos el provecho del tiempo y el valor de las cosas auténticas.


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