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| Guillermo Collarte: diputado y mártir. | 
Supongo que soy uno de los pocos 
españoles que piensan que la mayor parte de los diputados y senadores 
son, en realidad, unos señores o señoras que saben apretar el botón del 
Sí, el No o abstenerse al dictado de su jefe de filas. Por más que se 
empeñen, algunos -supongo que muy pocos- pensamos que la mayor parte de 
sus señorías no pasan de ser los titulares de unas posaderas 
especializadas en calentar el escaño, aunque a veces necesiten salir a 
estirar las piernas y de ahí los espaciosos huecos con que nos 
obsequian, de vez en cuando, las imágenes de la Cámara.
A
 tenor de su actividad parlamentaria, 0 iniciativas sobre una media por 
parlamentario de 36 y 2 intervenciones sobre una media de 20 en lo que 
llevamos de legislatura -seguramente se está preparando-, uno de esos 
“calienta escaños” que, eso sí, acumula puestos, supongo que con extra 
de remuneración (vocal de la Comisión de Fomento, vocal de la Comisión 
de Seguridad vial, portavoz adjunto de la Comisión de Agricultura), 
digno discípulo de Catilina al explicar en una de sus dos intervenciones
 que “la desventaja que tiene intervenir el último es que los argumentos
 que tenía ya los han utilizado”, por lo que para qué trabajar, ha 
tenido la ocurrencia o la desfachatez de explicar a los españolitos que 
las pasa canutas para llegar a final de mes con los 5.100 euros que 
cobra. Chollos a un lado que al ínclito diputado se le han olvidado.
El
 autor de tan soberana estupidez, clara muestra de cuál es su 
sensibilidad social, es uno de los recién llegados a la Cámara, 
Guillermo Collarte Rodríguez; por más señas diputado por Orense, ahora 
Ourense, por el Partido Popular. Este Funcionario del Cuerpo Superior 
Facultativo de la Xunta en excedencia, que según se indica en sus 
papeles sigue cobrando los trienios, que vive casi de toda la vida en 
Madrid, ingeniero de caminos y padre de tres hijos, titular de dos pisos
 y tres coches, con hipoteca como todo el mundo, directivo que debía 
ganar un pastón por lo que los 5.100 euros de salario como diputado se 
le quedan cortos, hizo una entrada en política de la mano de Nuñez 
Feijóo para amerizar como candidato a las pasadas municipales por la 
citada ciudad gallega. Y todo ello lo hizo, tal y como se encargó de 
explicar, por “morriña”, para “ser concejal de mi pueblo, y eso no se 
mide en dinero”. ¡Qué bonito!
En 
realidad, en los mentideros, Collarte marchaba a Galicia para ser uno de
 los nuevos hombres de Feijóo y como estaba tan ansioso de ser concejal 
-donde sólo cobraba por asistir a plenos-, además, acabó de Gerente de 
Xestur Our S.A, empresa de la que la Xunta es accionista. ¡Qué cosas! Y 
ya puesto a sacrificarse, una vez hecha la heroicidad siempre adelante, 
aceptó ser diputado. Diputado de provincias que, naturalmente, pese a 
tener dos casas en Madrid, donde ha vivido los últimos dieciséis años, 
cobra religiosamente el suplemento por residir fuera de la capital. Lo 
que es lógico porque el pobre diputado con sus 5.100 euros de salario, 
como nos ha explicado, las está pasando canutas. ¡Qué cosas!
Estoy
 seguro que a Collarte, mentalmente, dado lo que deberían ser sus 
emolumentos privados, este salario, chollos a un lado, le debe parecer 
insuficiente. Pero, ya sabía a lo que se exponía cuando decidió ser 
diputado. ¿O es que creía que al final, chollito por aquí, chollito por 
allá, cobraría más? Aunque no es menos cierto que su nombre sonaba a 
cargo hace unos meses -una dirección o una subdirección general- y se ha
 debido quedar a las puertas por lo que ha continuado con el sacrificio 
de ser diputado de su provincia. Lo que según la teoría política del 
señor Collarte tampoco debe tener precio.
Yo
 que soy así me puedo creer que el ínclito y deslenguado Guillermo 
Collarte -a más de un pepero le ha salido un sarpullido al leer sus 
declaraciones-, cuyo pensamiento social no debe bajar del equivalente a 
los hoteles de muchas estrellas, las pasa canutas; que su declaración de
 bienes es cierta y no tiene más ingresos. Pero, como sucede en muchos 
de estos casos, Guillermo está casado en régimen de separación de 
bienes, por lo que en realidad difícilmente sabemos cuál es su situación
 económica y si, de verdad, las pasa canutas para llegar a final de mes.
Guillermo
 Collarte, en la estela de la señora Fabra, no hace más que trasparentar
 cuál es el pensamiento social de algunos diputados. A mí me recuerdan a
 aquel personaje pijo de Pedro Ruíz que siempre mentaba lo mal que huele
 la people. Con 5.100 euros al mes, que en realidad son más (el bruto 
mínimo es de 5.335,8), las pasan canutas. En este sentido, que el 
salario mínimo en España esté donde está, que se plantee ya la 
implantación de los “minijobs”, que se reduzca la nómina a millones de 
personas que rondan los mil euros… etc, es lo normal, porque el resto de
 los españoles también tienen que pasarlas canutas. No sólo se va a 
sacrificar por España el laborioso diputado del Partido Popular 
Guillermo Collarte. ¡Faltaría más!
Espero
 que de forma inmediata Guillermo deje de sacrificarse, presente la 
renuncia a su acta y vuelva a su vida profesional. Probablemente España 
se lo agradecerá porque lo que no necesitamos son más Collartes en la 
lista de los mártires y sufridores por el Partido.
Autor: Francisco Torres 
 
 
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