sábado, 6 de septiembre de 2014

Recuerdos

Acongoja el alma el degüello de esos reporteros por los perros yihadistas. Pero no debemos olvidar que esos reporteros fueron capturados en Siria, donde informaban sobre la guerra que esos mismos perros yihadistas libraban (y libran) contra Al Assad, uno de los pocos gobernantes de Oriente Próximo que protege a los cristianos. Por escribir que quienes combatían a Al Assad eran, en realidad, perros yihadistas que anhelaban la restauración de la «umma», o por celebrar la venturosa intervención de Rusia que impidió que Estados Unidos y su séquito de lacayos intervinieran sin careta en el conflicto, he sido machaconamente insultado durante los últimos años por cierto periodismo chulángano y bocón, de forma velada o elusiva desde sus tribunas de papel, y de forma desaforada o salvaje desde su cochiquera de Twitter, donde cada insulto era además celebrado, amplificado y extendido a mis allegados por su legión de jenízaros.
 
No corresponderé a este vómito de insultos velados o salvajes, que he olvidado; pues, como buen meapilas, procuro obedecer el mandato evangélico del amor al enemigo. Recuerdo, en cambio, que este periodismo ha estado llamando hasta ayer mismo «rebeldes» e «insurgentes» a los perros yihadistas que secuestraban periodistas para luego poderlos degollar. También recuerdo que este mismo periodismo, allá por la primavera de 2011, mientras celebraba orgiásticamente que Gadafi estuviese perdiendo el control de Libia, se pronunciaba con ardor a favor de los «rebeldes» que combatían en Siria, diciendo: «Muchos en Occidente tienen dudas sobre los rebeldes en estos levantamientos. Yo creo que, en una guerra así, debería estar claro con quién estar». Este periodismo, desde luego, lo ha tenido clarísimo: recuerdo que en el verano de 2012, celebraba, como enardecido por una lujuria belicista, que frente a la «estrategia del horror» de Al Assad estuviesen allí los «insurgentes» dispuestos a hacerla fracasar «con la sangre de los soldados del régimen». Y en el verano de 2013, cuando ya estos «insurgentes» tan heroicos divulgaban vídeos en los que se comían el corazón de sus enemigos, recuerdo que todavía este periodismo lamentaba que hubiese gente (influida, desde luego, por meapilas) que creyese que «los enemigos de Al Assad son peores que el régimen» y que «la insurrección está controlada por Al Qaeda u otros yihadistas». 
 
También recuerdo que, en septiembre de 2013, después de la intervención venturosa de Rusia, este periodismo tildaba a Obama de «pésimo defensor de una causa justa» y exhortaba: «Se trata de atacar a Al Assad para dejar constancia de que quien viola las reglas lo paga. Lamentable es la falta de músculo político y moral en Occidente para defender lo obvio». Todo, en efecto, muy obvio y musculoso, según la consigna jaque de este tipo de periodismo que, todavía en junio de 2014, ante el espectáculo de los yihadistas martirizando cristianos, recuerdo que tenía el cuajo de escribir que tal horror no se habría desatado si Occidente hubiese apoyado a las «fuerzas complicadas y heterogéneas» (nótese la sustitución de «rebeldes» o «insurgentes» por este divertido circunloquio) que guerreaban contra Al Assad. Y remataba la faena pintorescamente: «Ahora Siria anuncia su venganza y nos visita y amenaza». 
 
¿De qué Siria está hablando este periodismo, santo cielo? No es Siria, Estado que protege a las minorías cristianas, quien nos amenaza, sino los perros yihadistas a quienes este periodismo tan guay y molón ha estado apoyando en su lucha contra Siria, a la vez que insultaba chulescamente a quienes osaban llevarle la contraria. Menos mal que algunos meapilas tenemos algo de memoria.
 


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