Ignacio Toledano. Abogado. |
No vive José
Antonio en la gélida losa de la Basílica de piedra en Cuelgamuros. No vive José
Antonio en un mausoleo helado excavado en la roca ni, tan siquiera, en aquel
Paraíso que anunciara -guardia eterna de ángeles y espadas justicieras- o en el
Cielo beatífico de los justos y buenos. José Antonio no vive al final de una
Corona tras una noche de marchas y relevos, ni bajo el peso de una lápida
sencilla grabada con su nombre. No encontraréis ahí a José Antonio.
Yo he visto
vivo a José Antonio. Le he visto vivo en estos años negros, marchando junto a
aquellos que piden dignidad y trabajo. Le he visto andando junto a los
trabajadores asturianos y vascos, o bajo las banderas de los parados andaluces.
Le he visto en la fábrica cerrada o discutiendo huelgas entre los jornaleros
sin contrato.
Yo he visto
vivo a José Antonio, llevado por la fuerza por tres antidisturbios y puesto en
libertad al día siguiente por un Juez de Guardia. Le he visto encadenado dentro
de una sucursal bancaria o haciendo sonar su cacerola en las plazas de los
pueblos de España. Le he visto cercando el Congreso o acampando en la Puerta
del Sol al lado de los que nada tienen.
Le he visto
en un local de Cáritas y también rebuscando en los contenedores de basura. Yo
he visto vivo a José Antonio en una cola del INEM, de la mano de aquellos a los
que la vida ha pasado por encima. Yo le he visto sudando un trabajo basura y
reclamando firme su derecho frente a un empresario sin escrúpulos. Le he visto
llorando en una casa desalojada luchando, hombro con hombro, del lado de los
padres olvidados y de los abuelos esquilmados. Le ve visto con los
desahuciados, cargando cajas de cartón delante de una comisión judicial. Le he
visto amparando a los que han dejado de creer y esperando junto a ellos un
milagro que nunca llega. Le he visto oponiéndose a las privatizaciones y
clamando contra los recortes de Mariano Rajoy.
He visto a
José Antonio abrazando a los que han perdido la esperanza. Llorando con ellos.
Protestando con ellos. Muriendo con ellos -y por ellos- una y mil veces más. Le
he visto fundido en la tristeza de nuestros ciudadanos y en la miseria de los
desheredados. Le he visto pidiendo un proyecto común de convivencia. Una Patria
de todos solidaria y libre. Le he visto en Atenas, en Lisboa y en la Franja de
Gaza.
Y he
escuchado su voz. Esa voz que sigue exigiendo -día tras día- la demolición de
este modelo económico y la creación de una banca justa y sindical. Y le he
escuchado pidiendo Pan y Justicia. Y la autogestión en las empresas y
Municipios fuertes. Le he escuchado exigir la dignidad de todo un pueblo. Y una
República en la Revolución. Le he escuchado pidiendo Libertad y cantando
canciones incendiarias antiguas y modernas. Yo le he escuchado todo eso.
Porque José
Antonio está VIVO. Vivo en el
sufrimiento de los más humildes y en sus ansias de liberación. No dejéis que os
engañen porque -evidentemente- no está muerto... ¿o es que alguno de vosotros
ha visto muerto a José Antonio?
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