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Ceferino Luis Maestú Barrio |
El pasado viernes 22 de marzo tuvo lugar en el Ateneo de Madrid la presentación del libro “Los enamorados de la Revolución”, obra de nuestro columnista y veterano militante falangista Ceferino L. Maestú.
El
periodista y antiguo líder falangista Gustavo Morales fue el encargado
de iniciar el evento. Gustavo Morales habló de la figura de Georges
Sorel, el ideólogo del sindicalismo revolucionario que influyó en el
anarcosindicalismo y en el nacionalsindicalismo, dos corrientes
ideológicas que coincidieron en ensalzar como comunes los valores
sindicalistas y los valores guerreros y en la movilización y
participación de los trabajadores en la sociedad a través de los
sindicatos (en el nacionalsindicalismo, sin embargo, el mito nacional
sustituiría al mito proletario).
Una vez
explicadas algunas diferencias entre anarcosindicalismo y
nacionalsindicalismo, Gustavo Morales resaltó la influencia del
pensamiento de Sorel en José Antonio Primo de Rivera, para quien la
revolución sería obra de una minoría inasequible al desaliento cuyo
objetivo sería una mayor participación de los trabajadores a través del
sindicalismo; por ello, José Antonio trató de ganarse el apoyo (al igual
que otras corrientes ideológicas, como los troskistas) de una
Confederación Nacional del Trabajo que contaba con dos millones de
afiliados durante los años de la Segunda República. No obstante, una
reunión entre José Antonio y el veterano y conocido líder anarquista
Ángel Pestaña finalizó sin ningún resultado positivo por serias razones
ideológicas. Pero, a pesar del fracaso de las negociaciones entre
anarcosindicalistas y nacionalsindicalistas, no ha podido negarse la
radicalización económica de José Antonio en cuestiones económicas a lo
largo de su carrera política.
Tras la exposición de Gustavo Morales
llegó el turno de Francisco Blanco, antiguo militante del Frente de
Estudiantes Sindicalistas y profesor de instituto, quien comenzó
recordando una anécdota de la hija del líder comunista Marcelino Camacho
en la que contaba cómo éste y Ceferino Maestú fueron detenidos cuando
se dirigían a entregar una carta al Ministro de Trabajo en el año 1966.
Aquellos años fueron, entre otros, los de las tertulias de La Ballena
Alegre, impulsadas por Ceferino Maestú; los de la revista Sindicalismo,
que contó con artículos de importantes personalidades; y los de la lucha
entre el sindicalismo oficial de la Organización Sindical y el
sindicalismo de lucha de Comisiones Obreras. Francisco Blanco también
hizo mención a algunas incompatibilidades ideológicas entre
anarcosindicalistas y nacionalsindicalistas, citando a Mijail Bakunin
(“Si Dios existiera habría que hacerle desaparecer”); recordando
igualmente la existencia dentro de la CNT de dos tendencias, la faista y
la treintista.
Además,
expuso una serie de tergiversaciones que actualmente se imparten en los
contenidos “educativos” de Historia en 2º de Bachillerato, que muestran
de la Falange una imagen no muy diferente a la mostrada por los
marxistas durante los años de la Segunda República.
Cuando le
llegó el turno de intervenir, Ceferino Maestú pidió al público que
expusiera sus opiniones; de esa manera, uno varias intervenciones que se
podrían destacar: un asistente expuso que la lucha pasa necesariamente
por la violencia, otro señaló que en España hay un déficit informativo,
cultural y de país, hubo quien agradeció a Ceferino su buen trato hacia
los anarquistas de la CNT, José Cabanas habló a favor del
nacionalsindicalismo como única doctrina capaz de defender y valorar al
ser humano y Jorge Garrido señaló lo expuesto en su intervención por
Gustavo Morales acerca de que las circunstancias históricas impidieron
que el motor de una hipotética revolución nacionalsindicalista lo fuera
un sindicato.
Tras las intervenciones, Ceferino Maestú
dijo varias cosas: aseguró que la parafernalia falangista no tiene
futuro, siendo José Antonio y su doctrina lo único positivo; recordó que
numerosas personalidades de la izquierda se pasaron a la Falange por su
carácter revolucionario; denunció la necesidad de reformar el sistema
financiero, calificando de absurda la idea de pretender resolver los
problemas de las empresas despidiendo a los trabajadores y poniendo como
ejemplo a la Cooperativa Mondragón; expuso que el proyecto político de
José Antonio es difícil, pero no imposible; y finalizó diciendo que los
españoles hemos sido educados por el capitalismo para ser esclavos
porque la gente no quiere responsabilidades, sólo ganar dinero.
Fuente: Hispaniainfo
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