80 países vuelven locos a sus ciudadanos
en primavera y verano, modificando su ritmo vital y ese reloj interno
que todos llevamos dentro. Porque el ser racional -sí, no se empeñen, sólo hay uno, el ser humano- necesitaba el cambio pero también necesita que ese cambio sea rítmico. Por eso nos gusta la música y nos aturde el ruido.
Pero dicen los expertos -siempre hay un experto a mano, generalmente el que grita el disparate más gordo- que esta medida se perpetra para ahorrar energía.
La primera energía que hay que ahorrar es la humana, y no someterla a
cambios arrítmicos de un día para otro. La naturaleza actúa así: nos
ofrece el cambio del invierno a la primavera, pero es el mismo cambio de
hace un año. Las estaciones se suceden al igual que el tiempo de luz y el de oscuridad que, además, van cambiando de forma paulatina a lo largo de las cuatro estaciones.
¿Ahorro de energía o ganas de volvernos locos? En cualquier caso, la energía se hizo para el hombre y no el hombre para la energía. Y la política no debe cambiar la naturaleza sino adaptarse a ella.
Autor: Eulogio López
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