Es hora de plantear soluciones que hagan real el derecho a una vivienda digna.
Mientras miles de españoles, víctimas de la crisis, viven bajo la
sombra terrible de la pérdida del pan y del hogar, mientras otros tantos
se ven ante la terrible experiencia del desahucio del que ha sido el
hogar familiar, mientras las protestas y las medidas más o menos
demagógicas ocultan la incapacidad para abordar el drama desde la perspectiva de la Justicia Social,
combinando la función social de la propiedad con el derecho a la misma,
es hora de plantear soluciones rápidas y radicales que respetando la
propiedad privada haga real el cada vez más conculcado derecho a una
vivienda digna.
Tenemos ahí el denominado “banco malo” donde se han concentrado los
llamados “activos tóxicos” –propiedades inmobiliarias por cierto muy
saludables para aquellos que las han perdido– de los bancos que han sido
rescatados con dinero público, por tanto de todos los españoles, a cuyo
capital no deberían tener acceso grupos especulativos. Mantener el
carácter público del banco malo es probablemente la mejor y más rápida
solución, pues compatibiliza la función social de la propiedad sin
violentar el derecho a la misma.
Aplicando el principio de subsidiariedad convirtamos ese banco en un
organismo dependiente del ministerio que corresponda, que, para
solucionar el problema de los desahucios, ceda, en condiciones asumibles
en estos momentos, las viviendas a los más afectados por la crisis (familias numerosas, desempleados mayores de 50 años, madres solteras, matrimonios jóvenes…).
Soluciones también para los jóvenes que quieren tener futuro. Ceda el
banco malo suelo a cooperativas de jóvenes y gremiales dispuestas a
edificar viviendas para su uso personal estableciendo cláusulas que
eviten la especulación. Y esto ¡Sí podemos!
Autor: Rafael López-Diéguez
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