Aznar toma nota |
Cuando he oído afirmar a Rajoy que ya hemos salido de la
UVI he sentido la misma impresión mixta de angustia y estupor, con su
pizquita de vértigo y resignada hilaridad que cuando George Clooney le
asegura a Sandra Bullock en Gravity suspendidos ambos
en el espacio cósmico, con la nave desbaratada y el oxígeno en las
últimas que logrará llegar sana y salva a la Tierra. Y el caso es que,
en efecto, Sandra Bullock consigue hacerlo; sólo que en el cine, como en
la literatura, funciona un mecanismo mental llamado «suspensión de la
incredulidad», que consiste en aceptar que acontecimientos inverosímiles
o fantasiosos pueden en realidad ocurrir. Aplicar la suspensión de la
incredulidad a la vida resulta, por el contrario, un tanto forzado; pero
ayuda a intentarlo que uno puede imaginarse a Rajoy como una suerte de
George Clooney, flotando en la inmensidad del espacio cósmico, perdida
toda esperanza de supervivencia pero encantadísimo de poder batir la
plusmarca de paseo espacial de Anatoly Solovyev. Y así como Clooney en Gravity,
sabiéndose condenado a la extinción, aun tiene sensibilidad para
celebrar la belleza de meteoros y esferas celestes, Rajoy aún tiene
bemoles para soltar sus gallegadas meteorológicas: «Hoy llueve mucho».
Imaginando a Rajoy como un astronauta extraviado en la
inmensidad del cosmos podemos tomar su anuncio de salida de la UVI como
una ocurrencia delirante, producto de la escasez de oxígeno. Sólo que la
película de Rajoy vagando como un cadáver anticipado por el espacio
exterior puede llegar a resultar en exceso coñazo, si no se salpimienta
con algún sobresalto. Y aquí el sobresalto nos lo brinda el venerable
Aznar, que en lugar de aceptar las humoradas gallegas de un hombre que
no asiste a la presentación de su libro porque está a punto de batir la
plusmarca de Anatoly Solovyev, se encabrona ante su ausencia y suelta:
Si lo que se ha mandado es un mensaje de escenificación sobre la decisión de una ruptura
pues se toma nota.
Y aquí, ante ese «se toma nota» ominoso, el espectador
experimenta un subidón de adrenalina, como cuando Liam Neeson amenaza
por teléfono a los raptores de su hija en Taken. Ese
«se toma nota» es una cumbre del malrrollismo que hace añicos el paseo
espacial de Rajoy, introduciendo un ramalazo macho de resentimiento
cocido a fuego lento, al estilo de Lee Van Cleef en La muerte tenía un precio.
Este Aznar que viene a arrumbar la política de pichaflojismo imperante y
a joderle a Rajoy su plusmarca agónica de paseo espacial mola mogollón,
sobre todo si uno es amante de las películas de acción testicular y
macarra. Pero enseguida el espectador descubre que ese Aznar que toma
nota, aunque va más sobrado que Liam Neeson y Lee Van Cleef juntos, en
realidad a quien se parece es al Guy Pearce de Memento
(y tal vez por ello mismo necesite tomar nota de todo en sus famosos
cuadernos de tapas azules), un tipo que, por culpa de un trauma
cerebral, sufre amnesia y olvida que el pichaflojismo que ahora imputa a
Rajoy es exactamente el mismo que él empleó en su día: con el
nacionalismo catalán, pichaflojismo del Majestic; con los etarras,
pichaflojismo negociador de Zurich; con el aborto, pichaflojismo de
«conservar» la ley progresista anterior; y así sucesivamente. Como Guy
Pearce en Memento, el amnésico Aznar debería empezar
por tomar nota de los pichaflojismos que caracterizaron sus mandatos,
antes de ponerse farruco y de joderle el paseo espacial a Rajoy, que
también tiene derecho a sus expansiones pichaflojísticas, siguiendo el
ejemplo de su venerado mentor.
Autor: Juan Manuel de Prada
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