viernes, 16 de abril de 2010

El inspector


Hace un par de semanas nos convoca la federación agraria: FEPAC-ASAJA en los salones de la Cámara Agraria de Vila-real, para impartirnos una charla informativa sobre una serie de sucesos que tienen atemorizados a algunos agricultores desde hace algún tiempo. Fuertes multas de más de 3000 euros han hecho saltar la alarma hasta de los agricultores más confiados. Y es que eso de que aparezca un inspector de trabajo de entre los naranjos y sorprenda al hortolano da muy mala espina. Recuerda a los bandoleros durante los tiempos de la segunda república que asaltaban a los labradores de vuelta a casa a punta de navaja y les robaban el jornal y hasta las alpargatas de esparto o cáñamo. Ahora los bandoleros son mucho más sofisticados, llevan hasta GPS para identificar el polígono y parcela de la finca asaltada.

El Secretario General Técnico de ASAJA toma la palabra y nos hace un breve repaso de cómo se han desenvuelto las denuncias atendidas por la federación y nos explica con pelos y señales cuales van a ser las nuevas normas marcadas por el gobierno con respecto a los trabajadores del campo según su condición particular.

Si pillan a un jubilado (la mayoría de agricultores lo son) echando algún jornal para otro agricultor sin que éste le de antes de alta en la Seguridad Social para luego ir a no se donde y presentar los días trabajados para que se le descuente de la jubilación, al jubilado no le hacen nada, pero al propietario de la finca le cae un paquete de más de 3000 euros de multa. Por supuesto hablamos de agricultores jubilados con pensiones miserables, de esas que a duras penas dan para subsistir dignamente.

Dicho de otro modo: el gobierno quiere deshacerse de toda persona jubilada del campo para incentivar la incorporación de nuevos trabajadores con edad laboral; en calidad de Trabajadores por cuenta propia, y cuanta ajena, dados de alta en la Seguridad Social. Lo que el gobierno no sabe o no quiere saber, es que no existe un recambio, ni siquiera con inmigrantes. Hablamos de trabajos especializados como son: la poda y sus derivados principalmente, y un sinfín de trabajos de mantenimiento que se realizan esporádicamente en ciertas temporadas del año y en ningún caso los 365 días del año. Trabajos que en todos los casos han sido aprendidos de padres a hijos durante generaciones.

Los únicos trabajadores del campo que podrán permitirse dedicarse a la agricultura (con la nueva legalidad vigente) serán aquellos que trabajen en empresas de servicios agrarios que les puedan garantizar trabajo todo el año y que el papeleo vaya por cuenta de la empresa. Osea, poquísimos. Y el resultado a la práctica en la agricultura en general será que los trabajos específicos y puntuales contratados por el agricultor, serán a un precio desorbitado que resultará inviable para la rentabilidad de las cosechas, por lo que esto generará un incremento del abandono de fincas.

Ahora viene lo más fuerte, los parados. Desde hace más de tres décadas que la agricultura tal como la concibieron nuestros abuelos y bisabuelos, dejó de ser rentable. Con la misma producción que hace 50 años daba para comprar una casa a toca teja, hoy a duras penas da para mantener una familia durante todo el año. Por lo que podemos imaginar en que se ha convertido el pequeño y mediano agricultor -ese que nunca tuvo cosechas por valor de casas pero si para vivir dignamente-; sencillamente ha tenido que irse a la fábrica. Muchos de esos que en otros tiempos fueron propietarios, luego fueron asalariados y hoy ya ni eso. Otros muchos no se resignaron y combinaron la fábrica con el campo trabajando sábados, Domingos y cualquier día festivo. Una muy arraigada tradición del trabajo no les permitió vender sus tierras ni mucho menos abandonarlas. A estos me vengo a referir ahora. Muchos de ellos, trabajando en fábricas , han perdido su trabajo como tantísimos otros operarios azulejeros de la zona de Castellón, agraviados por la terrible crisis creada por el capitalismo que nos machaca cruelmente con la colaboración no sólo de este gobierno nefasto, si no del propio sistema en si.

Pues resulta que estos trabajadores industriales-agrarios, en paro, NO VAN A PODER TRABAJAR SUS PROPIAS TIERRAS a partir de ahora si no quieren perder el subsidio del desempleo. Podían hacerlo antes, mientras trabajaban en la fábrica, pero ya no en paro. Es decir, que el señor parado si quiere mantener sus tierras tendrá que contratar a una empresa de servicios agrarios y él irse al bar mientras los otros trabajan. Suponiendo que le compense económicamente, que lo dudo. O eso, o abandonar sus tierras, o arriesgarse a que le pille un inspector que le salga repentinamente de detrás de un naranjo y perder el subsidio del desempleo.

Curiosamente tiene otra posibilidad. Mira por donde resulta que la reciente normativa permite a los familiares directos de los parados trabajar las tierras de la familia. Pongamos un ejemplo ficticio: Un afectado en paro de 50 años de edad con una hija de 20 y un hijo de 15. Sería lícito que el señor llevase a su señora y a sus dos hijos a trabajar al campo; el padre durmiendo en el coche mientras su familia trabaja las tierras. ¡Ah! Pero que no se le ocurra trabajar al padre, porque entonces estaría quebrantando la Ley.

Imagínense el ambiente generalizado en la sala ante las explicaciones sobre las nuevas normativas agrarias dictadas por el gobierno de ZP.

Todo esto no es más que un reflejo de los delirios y desesperación de un gobierno incapaz de frenar el brutal déficit que sufre España en estos momentos debido a la ineptitud no solo del gobierno sino del desmoronamiento del actual sistema liberal-capitalista. Una vez puestos…

¡Abajo el Sistema Liberal-Capitalista!
¡Arriba el campo español!

José Pascual

No hay comentarios: