En la Edad Media la «oscura Edad Media,
que diría un analfabeto se pagaba el diezmo, para sufragar el culto y a
sus ministros; en esta edad tan progresada y democrática pagamos
diezmos a troche y moche, sin saber para qué, y encima creemos vivir en
el mejor de los mundos posibles. Dispuestos a extraernos hasta la última
gota de sangre, los sacerdotes de la idolatría nos reclaman una nueva
forma de diezmo, mediante el recorte de los salarios en un diez por
ciento. Así lo han «propuesto» Christine Lagarde, una tipeja con pinta
de anchoa asténica que dirige el Fondo Monetario Internacional, y Olli
Rehn, un tipejo con pinta de congrio hervido que acampa en la Comisión
Europea. Por supuesto, han acompañado su «propuesta» de la consabida
cháchara cínicamente solidaria, como es preceptivo en el chantajista
profesional: «Los actores que la rechacen cargarían sobre sus hombros
con una enorme responsabilidad nacional por los costes sociales y
humanos», escribe el congrio hervido en su blog, con mala prosa y peor
índole. Pues, según esta patulea, la reducción de los salarios servirá
para que «millones de jóvenes españoles que están actualmente
desempleados» encuentren trabajo.
ABC publicaba el otro día el sueldo de estos dos tipejos,
la anchoa asténica y el congrio hervido, conspicuos representantes de
esa casta de parásitos que nos lleva al precipicio, encargada de
instaurar un Nuevo Orden Mundial en el que los Estados sean meras
marionetas a sus órdenes y el pueblo que ellos llaman «ciudadanía»un
paisaje retórico al que poder exprimir hasta la última gota de sangre,
mientras lo mantienen entretenido, hociqueando en la cochiquera de
interné. Encastillados en sus despachos como pistas de tenis, estos
tipejos tal vez no sepan que los salarios españoles ya han sufrido
muchos recortes en los últimos años; y tampoco que el salario mínimo
español es exactamente la mitad que el alemán, aunque nuestros precios
sean aproximadamente los mismos (¡ventajas de la moneda única!). Con
avilantez característica, el congrio hervido añade que la reducción de
los salarios españoles provocaría una «devaluación interna» y aumentaría
el consumo; algo que, efectivamente, ocurre en las economías con moneda
propia, pero no en las economías de la malhadada Unión Europea, como en
España hemos tenido ocasión de comprobar en los últimos años, donde la
reducción de los salarios, acompañada de un alza constante de los
precios, está arrasando nuestras clases medias. Pero tal vez este sea el
destino que el congrio hervido y la anchoa asténica, al servicio del
Nuevo Orden Mundial, le han reservado a España: una sociedad empobrecida
y lampante, de poder adquisitivo cada vez deprimido y mano de obra cada
vez más barata, cuyos costes de producción resulten apetitosos para los
«inversores».
Olli Rehn |
El Gobierno español ha recibido con enfado las
«propuestas» de la anchoa asténica y el congrio hervido, donde se
demuestra que algo de gallardía le resta todavía; pero cuando la
«propuesta» de este nuevo diezmo abandone su retórica paternalista y se
muestre desnuda como lo que verdaderamente es una exigencia, nuestro
Gobierno tendrá que achantar la mui, según el papel que le han
adjudicado en el Nuevo Orden Mundial, donde el principio de
representación, la soberanía nacional y demás zarandajas son chirimbolos
retóricos con los que la anchoa asténica y el congrio hervido se
limpian el culo. ¡Servidumbres de esta época tan progresada y
democrática! Pero no debemos quejarnos, pues aunque nos rebajen el
sueldo, siempre podremos seguir hociqueando gratis en la cochiquera de
interné.
Autor: Juan Manuel de Prada
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